martes, 7 de octubre de 2008

Janice Tischler



Lo guardo bien
ese abrazo tuyo
que te saca el alma
y congela las horas
las malditas horas...

miércoles, 1 de octubre de 2008

Karime Sáenz

Reflejos


Entre ventanas de cristales
nos conocimos un poco,
en la primavera de mi sed
junto al sol de tu hosco abismo.
Tú y yo a través del cristal
nos entregamos un poco,
un amor del primer asomo
una búsqueda de nuestro olor.
Acerca tu cara al cristal
frente al hueco de mi pupila
toquémonos como dos sólidos
hablémonos como madre e hijo.
Nunca destruyas la ventana
porque somos visiones breves
halos sutiles, transparentes
cristales limpios y frágiles
llenos de asomos y recuerdos;
sombras que aletean moribundas
gotas luminosas que luchan
por convertirse en seres reales.


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Pensamiento marchito.


Se desprende débil
como pétalo,
se desmorona en el suelo;
entre convulsiones
recorre pasadizos de ideas,
anacrónicas murallas,
conceptos que yacen presos.
En cada rincón,
un viento enfurecido,
detecta silencios
y en remolinos los aleja.
El pétalo ante el umbral
ríe del constante titubeo,
un hipo en la memoria
que pretende
la distorsión figurativa.
Gritos de cantos nocturnos,
visiones que nacen de ideas,
cabellos humedecidos
en manos secas.
Y en el final del túnel:
parpadeos que escupen al pétalo,
cae enmudecido al suelo
y esparce en el camino
su rojo rocío
convertido en espina.

sábado, 27 de septiembre de 2008

ISMAEL ANTONIO BORUNDA MAGALLANES

Mi cuento fantástico

Había una vez… pero ya no.

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Poema Masmedular que decidió convertirse en cuento

Crepúsculo incógnito reacio
Suculento declive azaroso
Vierten cuclillas errantes guisantes macronómicos
Cucurbitáceo circo arisco malvavisco
Cuita tanta arenga indiscreta
Pudor límpido masacrado
Esperpento estrepitoso amalgama trama andante
Desorbitando cabos magros contra triste…

El hombre recitó la lista para sí una y otra vez, como repiqueteándose la cabeza hasta abrirla y descubrir la respuesta.
Pero tras la más ardua y angustiosa sesión reflexiva, no tuvo más remedio que aceptar que no sabía cuál era el tumor de gran malignidad que se origina en la cápsula suprarrenal, que empieza con “S”, y que tiene 14 letras (el que él conocía era de 15), entregarse a al fin a la mediocridad de la que había logrado escapara durante tanto tiempo, atribuyéndose la gloria-particularísima, sin duda- de nunca haber dejado un crucigrama sin contestar.

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La trágica anécdota de un hombre de letras

Es sin duda extraño, y quizá repulsivo, el sentimiento que me asalta, pero estoy seguro que cualquiera comprendería mi situación, siendo yo desde pequeño iniciado en el mundo de las letras, inclinado hacia ellas en humor y espíritu. Conocen todos mi fascinación por la narrativa breve y la poesía barroca, y mis azarosos intentos en la creación, agraciadamente homenajeados por amigos y críticos. Mi dedicada carrera al estudio de las manifestaciones europeas de la influencia hispanoamericana, que me valió un feliz paso por Oxford, aunque haya debido ser a distancia por mi repentino matrimonio con Angélica, la catedrática de física que me cautivó con discusiones teológicas entre Russel y Unamuno, y por aferrarse a la ridícula idea de que podía ganarle una partida de ajedrez.
Más que acreditada está la formación de nuestro pequeño Alonso, nombre más lógico que matemático, esforzada en el desarrollo del intelecto, dejándonos estupefactos cuando descubrió que el borreguito estaba en la cajita antes que el mismo principito, y nos prometimos nunca vivir a través de sus propios sueños.
Pero ahora no puedo abandonar, a pesar del incontenible orgullo paternal, un maldito dejo de fastidio y hasta vergüenza que me produce no poder sentarme en la sala de mis casa sin tener que mirar el trofeo del campeonato que el pequeño ganó para su equipo con el último gol de la temporada.

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Toñismo Monterrosista

-¡Carajo! ¿Y el dinosaurio?

JESÚS EDUARDO MORALES HERNÁNDEZ

EL ESLABÓN
Erase un eslabón pequeñito, sujetado a sus hermanos, brillando, crujiendo, sonando. Sus bracillos estirados, agarrado con las uñas a su padre, a su madre, formando lo que se llama “cadena”; luciendo, tronando, colgando. Y ya no quiso estar estirado, haciendo la cíclica fila, reventó la unión perfecta de otros como él; abriendo, rompiendo, cayendo. En el suelo ya yace el eslabón pequeñito, ¿de qué le sirve ser de oro si ya no es atadero? Llorando, gritando, penando, su sueño de libertad.


DANTE
Dante era un chico oscuro, tan oscuro que se murió en un hoyo. De lo único que se sintió orgulloso en vida… o en muerte, fue de su fosa.


WIDO
Wido redactó una invitación. Era una reunión para élite culterana del nuevo milenio. Tras sus grandes y gruesas gafas que le cubrían tres cuartas partes de la cara, Wido acumulaba sus ocho años. La reunión incluiría a todo aquel que fuera digno de establecer conversación con el pequeñín superdotado. Colocó una mesa en el jardín. Arrastró doce sillas galantemente adornadas. La convención empezaba a las cinco. Se sentó a esperar, dieron las siete y nadie llegó. Entonces lloró amargamente, ese era su último intento por no estar solo. Luego recordó: la única invitación enviada se la envió a él mismo.


DERIVA TIRRENA
Erase algo común, navegar sin la presencia de mujer amante. El resultado: mezcla de voces sicilianas, napolitanas y latinas. En resumen: carencia completa de endecasílabos. Se acomodó la gorra de manta, su canción curiosa se refugiaba en aridez de retórica. Se aseguraba de parecer buen capitán, con métrica, con sistema. Él era Ciullo, marino con nombre de poeta.
-Y ahora que estamos malditos ¿qué hacemos? –Preguntó un tuerto.
La vida de barcazas era solo un episodio vulgar, un romance rústico.
-Vuestra cabeza ha de estar llena de leña –Respondía Ciullo, saboreando las burbujas de saliva al tronido del toscano–. Dadle vino, que iré a acompañarla.
Sonrió el capitán al momento en que la castidad se le esfumaba del rostro. Ella en el camarote bebió, y al abrirse la puerta sintió el peor de los pánicos.


REYNALDO RESINA
Caminaba el joven Reynaldo con su galante sonrisa, con su lunar erizado, con su pelo enmelado. Balanceaba sus brazos al ritmo de la voz popular. Pasó por enfrente de un escaparate, y de un vistazo en el reflejo del cristal, creyó ver uno de sus cabellos fuera de lugar. Su pena fue tanta que no dudó en reparar el asunto: consiguió vaselina encantada. La vaselina encantada se obtiene al exprimir el corazón de un relamido. Reynaldo, un Elvis fuera de época, no conocía otro emperifollado a costra más que él, así que se exprimió su propio corazón. El espejo fue padrino del ritual. ¡Qué doloroso conseguir el ansiado gel!, pero la satisfacción de untarlo en la viscosa melena valió todo esfuerzo. Entonces recordó el hueco en su pecho por la ausencia del corazón, y tras un episodio de terror murió revolcándose en el suelo. Sus padres jamás pudieron separar el cadáver del suelo; su cabello, adherido a la loseta, presumía las virtudes del mejor pegamento.


OMEGA
Para terminar con la creación de la fauna, Diosito le enseñó al perro, mediante el ejemplo, como orinar levantando la pata.


EL REGALO ATRASADO
Ya el moño estaba caído, listones y envoltura al suelo. Sin sonrisas porque dejó de ser deseado. Fue olvidado después de quince minutos. Se extravió, mas no pesaba.
-¿Qué hay adentro?- Pregunta quien creció.
-¡Pues tu pinche ego!- Responde el tío campesino.


PAR DE DOS
Sumido en la tristeza, el exnovio se dirige a la exnovia. Sentados en verde banca de parque él decide romper el silencio.
-¿Sabes? Todas las noches deseo morirme –Dice él.
-¿Qué puedo hacer por ti? –Concede ella.
-Ayúdame a encontrar la manera de morir –Habla él.
-¡Nunca! Regresa a mí, pero no para morir –Grita ella.
Se prolonga un silencio.
-¿Sabes qué amor? Voy a volver a terapia, esto no es normal –Admite él.
-Deberías dejar de pensar que es anormal por lo que estas pasando. Todos sufrimos y la mayoría algunas veces deseamos morir. Es cuestión de madurez y eso no te lo dan pagando sesiones –Dice ella tratando de hacerlo entender.
-¡Tienes razón! –Exclama él decidido– ¿Cuánto te debo?...


TRES VALIENTES
El madero dolorido se consumía sostenido por la mano. La antorcha quema. El charro cabalga. La flama le dijo al caballo que su jinete tenía melladas las espuelas. El rocín contestó: “¡Antorcha, tu no sientes los piquetes!”.


CONSONANTES
La letra “L” porfiada, llorando tildes bajo la cama por su amor a la brumosa “N”. Mas parco ha de ser su anhelo, pues entre su costado y el de ella siempre se entrometerá la “M”.


MARIOTO
Si los muertos no se saben muertos es porque se enamoran de los vivos. ¿Y quién podrá negarlo en el caso de Marioto, el gato albino de la calle 29?
Se raspa el pelambre en todas las paredes de la casa, con ganas de no sentir frío. A veces se va para cadenciar su cola en otros aires, y deja sola a Ana Karen Medina González, pero no puede dejar de extrañar a Ana Karen Mediana González y regresa. A veces se va a pasear al parque Urueta para lanzarse en el resbaladero de cemento o comerse el helado que a los niños se les cae a la baqueta. A las madres responsables les da miedo Marioto porque no parpadea. A las madres irresponsables también les da miedo Marioto porque no parpadea.
Marioto solo admira a dos clases de seres humanos, a los contorsionistas y a los bebés; a los primeros los imita al erizarse y los segundos al maullar. Marioto solo ama a un ser humano, a Ana Karen Mediana González. Este gato tiene huesos de más pero no se nota, y aborrece, odia con todas su fuerzas a la iglesia, el templo puntiagudo de la Santos Degollado. Para el esos vidrios y esas campanas deforman la penumbra del parque y el grafiti. Jamás ha de acercarse el gato a la iglesia. Si por error y casualidad Marioto queda cerca del templo, sus músculos de felino escuálido se crispan y su rostro cual plato se traba. Entonces empieza a caminar de espaldas, como video en reversa, y así se va pasito a pasito, con los pómulos bigotudos y tensos.
En una de esas, Marioto con su marcha invertida, se bajó de la acera sin voltear. No había otra forma de ser Marioto más que con su repelente de ángeles. Y una camioneta lo aplastó. El chicloso albino que se muere, y no quiere morirse porque Ana Karen Medina González no se va a morir con él. Pero si se murió el gato. Luego unos vendedores de fruta quitaron su cadáver, casi puro pellejo, del pavimento. Lo aventaron a una zanja de árbol. Para Marioto todo era pavor porque ya no estaba vivo, así que cuando la gentuza dejó de reírse de su cuerpo rasgado y se fueron a dormir, él se levantó y de un latigazo alineó sus miembros.
Ya hubo un nuevo gato, que no tiene cuerpo, pero parece tener cuerpo. El nuevo gato volteó y gritó como sus viejas amigas la viudas, nadie se despide de su antiguo traje sin alterarse, pero bien sabía que era necesario. Se fue a casa con más apuro que de costumbre. Entra. La pobre Ana Karen Medina González saluda a su minino, le hace monerías y patéticas caricias, lo deja… y ni siquiera se dio cuenta de que estaba muerto.

Gabriela Rodríguez Chavira

ASÍ NO

Así no es como te imagino en mis cansancios de verano
Cuando te sueño con los ojos cerrados
Creando utopías falsas
En vidas hastiadas y vacías.
Así no son los pájaros recién liberados
Nunca volarán sin rumbo, nunca hacia el vacío
No se dirigen a los eternos abismos
Allá de donde viene el olvido.
Así no es para mí la libertad,
Presa de frases ajenas
Cansada de ser estandarte
De idealismos reprimidos.
Porque así no me engañará la naturaleza en primavera;
Los árboles no se desnudan en verano
Las rosas siguen con espinas
Los lobos hambrientos y cansados.
Así no es el sol, hoy no es como siempre
Pues se alejó antes del alba, sin entristecerse.
Las flores… ellas no lloran su perfume
Si así no deja de oler a tristeza
Y el suelo no necesita llover lamentos
Si las nubes se siguen riendo.
Así no es la nada,
Sin fin, cíclica e inocente,
Entonces, ¿para qué me das tiempo?
¿En un lugar permanente?
Al fin y al cabo así no puedo intuirte
¿Abrí los ojos o los tengo aun cerrados?
Porque mientras las palabras flotan;
No tienen remitente ni destinatario

Sandra Gabriela Ordóñez García.

Entre mis pasos,
Entierro al amo,
Que en el templo de mangles abrazo.
Escribo tintes de voces
Vagas en la cordura de los cielos.

Recuerdo…
El yugo de la caravana que despierta en el silencio.


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Doce Flores

Caminan los vagabundos
En el desierto de ceniza
Donde los azulejos cantan la gloria_
De las rosas.

Caminan entre la sonda de zarco,
Las hojas de madera,
Peces fugases,
Arcos de lirias.

Mientras los tigres de azahares
Cubren el universo en sombras,
El aroma en frío
Y el cielo en Zahorí.

Abren su paso
Entre los mares de sándalo,
Figurando en el tiempo riscos de lina.






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Se desvanece el eco del mundo entre los sueños.
Se desvanece el tiempo como una llamarada de luces en el cielo,
¿Cuando envejeces­?
Quizás cuando el encanto se desliza en el viento,
Como una víbora que repta en el desierto.

¿Cuando el tiempo se vuelve cadena de piedra?

Acaso cuando dejas los labios a la luz de la tinta evaporada,
Al diván teñido de amores y risas ilusorias,
Acaso…
Cuando la arena se vuelve río de camelias
Y la tinta melancolia.